Vivir en plenitud la vocación significa dilatar el corazón con espacios de relación siempre más amplios. Haciendo memoria de “la llamada”, encontramos la fuerza para vivir la transformación en el Amor que nos impide ser personas «acomodadas». Nos interpela la pregunta del Papa Francisco en un encuentro con los Consagrados: «¿Tienes un corazón que desea algo grande o un corazón adormecido por las cosas que terminan por atrofiarlo?”